viernes, 3 de octubre de 2014

Pesadillas







Se despertó sobresaltada, empapada en sudor y con las pulsaciones a mil por hora, a la vez que se incorporaba en la cama y observaba a su alrededor. A pesar de que la oscuridad reinara en la habitación, se sintió aliviada al oír la lenta y acompasada respiración de su compañera, que yacía plácidamente dormida.

Aún aterrada por la pesadilla, enterró la cabeza entre las piernas, haciéndose un ovillo, deseando empequeñecerse hasta el punto de desaparecer. Cerró los ojos, apretándolos con fuerza, como si de esa forma pudiese hacer borrar de su cabeza a los monstruos que habitaban en su mente y aparecían en la mayoría de sus sueños. Reprimió un sollozo a la vez que una lágrima le resbalaba por la mejilla, dejando marcado su recorrido desde el lagrimal hasta la comisura de la boca.


Así, sin saber exactamente cuándo, consiguió dormirse de nuevo y, esta vez, no soñó.

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