Bienvenido a la vida,
No llores, que no es tan mala como
la pintan. Puede que ahora lo veas todo negro, pero pronto empezarás a notar
tonos de borrosos colores y, al final, lo verás todo claro.
Pues así es la vida: Unas veces
estás en una habitación deseando que deje de llover, esperando a que salga el
sol… otras, sin embargo, no creerás que deje de llover, y mucho menos que el
sol vuelva. Pero el sol siempre volverá a salir, te lo aseguro. Esperar a que
eso ocurra es aburrido, así que… ¿por qué no aprendes a jugar bajo la lluvia?
No importa cuánto te mojes: mamá no te regañará por eso. Porque ella también
sabe que esperar a que se pase la tormenta es aburrido, sabe que ese tiempo
parece interminable. A veces, mamá olvidará que mojarse un poco no es malo.
Entonces, tú tendrás que recordárselo. Empújala al jardín, no dejes que se
quede en la habitación. Recuérdale que no tiene por qué jugar sola. Recuérdale
que la quieres, aunque ella ya se acuerde. Y si está lloviendo, recuérdale que
el sol volverá a salir, dile que lo importante no es el tiempo que haga, sino
cómo lo aproveche.
Es importante que se lo recuerdes,
porque tal vez nadie más lo haga. Porque yo no podré hacerlo. Tampoco podré
jugar bajo la lluvia contigo, ni pasear en los días soleados. No podré
recordarte que te quiero, tampoco podré estar contigo por tu cumpleaños, ni en
navidad,… Solo espero que me perdones por ello porque, que no vaya a estar, no
significa que no me muera de ganas de verte crecer, de soñar contigo, de
espantar a los monstruos que vayan apareciendo por el camino, de enseñarte mil
motivos para sonreír, de levantarte cada vez que caigas y de intentar evitar
que caigas cada vez que tropieces.
Recuerda
que te quiere, Papá.