viernes, 17 de octubre de 2014

Calma



Sin saber exactamente cuándo, dejó de sentir. Ya no sentía la tristeza, pero tampoco la alegría. Le abandonó la empatía, al igual que lo hicieron los nervios. La preocupación por no sentir era inexistente. El único sentimiento que ahora albergaba en su interior era la calma.

Demasiada calma.

La reconocía. Era la calma que precedía a una larga tempestad. Su notable disminución de paciencia le ayudaba a predecir lo que traería la tormenta. Lo había visto antes, tanto en libros como en series policíacas.
No sabía exactamente cómo, pero algo había cambiado en su interior. Ahora solo podía notar pequeños cambios. Se había vuelto metódico, había dejado de sentir.
Sabía lo que venía a continuación.
Ahora solo podía esperar a que pasase.
Era cuestión de tiempo.

El desencadenante.

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